“La música soy yo cuando escucho música”
Per Jac Cirera
La música no es buena ni mala, es libre y nos pertenece. Las músicas se contaminan entre sí, se transforman y somos nosotros quienes necesariamente las dotamos de significado. Rúben Lopez Cano, Etnomusicólogo profesor de la ESMUC y director de la revista TRANS reflexiona sobre el papel de la música en la sociedad y la cultura, la cara menos visible de la música.
¿Nos podrías explicar, a los neófitos en este tema, que es esto de la musicología y la etnomusicología?
Es una disciplina que investiga y reflexiona con el objetivo de construir discursos sobre la música, desde aspectos técnicos o estéticos, a sociológicos o históricos. La musicología y la etnomusicología son dos campos afines, sólo que tienen historias distintas. Originariamente, la musicología se asume más como el estudio de la música clásica occidental y la etnomusicología como el estudio de las tradiciones musicales no occidentales, o las músicas no clásicas, no académicas aunque, actualmente, no existe ya casi distinción.
¿Cual es el enfoque de la música del etnomusicólogo? ¿Qué te incita a ti, por ejemplo, a hacer un ensayo sobre la música en la telenovela transnacional?
Hay muchos enfoques del estudio de la música en la disciplina de la etnomusicología. A mi, particularmente, no me interesa la música como una serie de objetos sonoros precisos a los que llamamos obras, ni tampoco la vida y obra de unos genios a los que llamamos compositores. La música no es sólo eso.
A mi me interesa como la gente común y corriente construye significado con la música y hace que la música sea algo importante en su vida, algo importante para construir su identidad, su subjetividad, su manera de entrar en el mundo.
La gente puede dotar de significado a una práctica musical de forma muy diferente a la que sus creadores le quisieron dar en su momento. Hay gente que quiere objetualizar la música y gente que le interesan mucho más las prácticas sociales donde se inserta la música.
¿Y es bueno que el discurso de la musicología se acerque a la gente de a pie? ¿O ésta es una disciplina necesariamente para académicos?
Yo creo que es necesario que los musicólogos hagamos un esfuerzo para diversificar nuestro discurso, para que pueda llegar a ser divulgativo también, para conseguir que más gente piense y reflexione sobre la música. Actualmente se habla mucho más de fútbol que de música, aunque la sociedad le da un valor muy importante a la música, sin música no podríamos vivir, sin embargo no se le otorga valor a pensar sobre música, a hablar sobre música.
Los que nos dedicamos a esto tenemos la obligación de crear puentes de atracción para que la gente se sienta atraída a reflexionar y hablar sobre música, sobre su experiencia cuando escucha música y sobre su particular modo de dotar de significado a la misma.
¿Qué crees que cambiaría esto en la sociedad?
Fundamentalmente, nos ayudaría a tener un mayor conocimiento de nosotros mismos. La música es un agente que nos articula por dentro y articula nuestra forma de ver el mundo, nuestra forma de disfrutarlo o de expresarnos en él, de sufrir en él.
Una reflexión sobre la música que oímos, sobre como la oímos, con que cosas se asocia, como creamos un mundo de sentido entorno a la música que nos gusta y como creamos un mundo alrededor de un grupo de seres humanos a los que nos gusta la misma música, o como creamos fronteras generacionales, de clases, étnicas con la música que nos gusta; nos va a llevar a conocernos un poco más, como individuos y como sociedad y esto nos dotará de más herramientas para convertirnos en agentes de transformación social, y no solo a ser consumidores pasivos de aquello que nos venden las grandes distribuidoras.
¿Qué influencias destacarías de la música en la sociedad actual, y en particular de la música popular urbana de Barcelona?
Las músicas que se hacen en Barcelona son variadísimas, tan diversas como las gentes que la habitan. Pero hay músicas que son más visibles que otras, hay grupos sociales que tienen prácticas musicales que se circunscriben en un marco de poca visibilidad, y hay otras prácticas que son más visibles, que atraen más y que mueven más dinero y gente.
La música en Barcelona, como en cualquier otra ciudad, colabora a hacer muchas cosas a diversos niveles: sociales, individuales, relacionales, etc. Por ejemplo ayuda a construir la sensación de lugar.
Las músicas que hacen los inmigrantes son un ejemplo de música con poca visibilidad, como por ejemplo la música que hacen los chinos, que practican mucha música. Suelen tocar una especie de violín que se llama “Erhu” y que se ve muy poco porque siempre se toca en ámbito doméstico. Seguramente hay mucha música de este tipo que suena en la ciudad pero que no es visible.
Barcelona es una ciudad sonoramente riquísima, solo hay que aprender a tener oídos para aprovechar todo lo que ofrece. Las políticas musicales de la ciudad tendrían que encararse a propiciar una mayor dispersión de esta diversidad y una mayor visibilidad y equidad.
¿El mestizaje siempre enriquece, o a veces empobrece las partes?
La contaminación mutua entre músicas es una constante. El canto gregoriano es producto del mestizaje también. Todas las músicas, incluso las que se sienten más originarias o atávicas, como la música árabe o judía, siempre son producto del mestizaje.
Mientras intentemos crear fronteras entre la música que nos gusta y la de los otros, de alguna manera, siempre estamos escuchando también la música de los otros, y nos vamos apropiando de ella.
Los mestizajes pueden enriquecer, empobrecer o simplemente transformar los significados de la música. Relocalizaciones de músicas como por ejemplo la salsa de Nueva York, que es música cubana hecha en Nueva York por puertorriqueños, han cambiado los significados originarios de determinadas músicas.
Las mezclas pueden ser más o menos acertadas, pero siempre va a haber mezclas, es el destino fatal de la música.
Queer-tango, timba cubana, sampleo en el tango electrónico, prehistoria del mambo, poética del Cyborg en el videoclip, … ¿Con que reflexiones te quedas de tú larga trayectoria de investigación sobre la relación entre cultura y música?
Me quedo con la importancia de la música en nuestras vidas y en que la música, en tanto que sonido aislado, no es nada. La música vale en tanto vamos construyendo relación con ella. Proyectamos cosas de nuestro ser en la música que no podríamos hacer sin ella. Como especie no seríamos lo que somos sin evoluciones de los homínidos, como fueron el hecho de cantar en grupo o estrenar nuestro viaje hacia el mundo de los dioses a través de la música.
También está la música en relación con el movimiento. Muchas áreas del cerebro que controlan el movimiento se activan cuando escuchamos música, incluso aunque no hagamos movimientos. Cuando escuchamos música, en el cerebro, hay actividad promotora, visualizamos determinados movimientos.
La música soy yo cuando escucho música, la música no deja de ser todo lo que nos pasa cuando la escuchamos.
¿Existe la buena música? ¿La música siempre es arte?
La música será arte o será buena cuando exista un grupo humano que considere que es arte o es buena. En si misma la música no es buena ni mala, solo existe gente que construye sentido de belleza, artístico o de calidad con las músicas que escucha.
En música clásica está muy claro el ámbito de valoración de la música porque es un grupo cerrado, elitista y burgués; en música popular, en cambio, es muy difícil comparar entre músicas.
¿A quien pertenece la música?
La música es libre. Aunque seas el más grande compositor, una vez que tú música es escuchada por alguien se transforma en una experiencia vital y en ese momento la quinta de Beethoven es de quien la escucha; quedan impresos en ella unos sentimientos, imaginación, una experiencia motora.
Y en este sentido ¿cómo ves el debate actual sobre los derechos de autor?
Veo que el modelo actual de producción musical está agotado. Yo considero perfectamente legítimo que los productores, compositores, etc. peleen por su existencia, pero considero un exceso todo lo que está pasando, y creo que hay algo que está faltando en el debate. Los productores y compositores tienen sus derechos, pero todos los seres humanos debemos tener el derecho de acceder a la música. Todo ser humano tiene que tener derecho a lo que hemos hablado: construir su identidad, su subjetividad, expandir su condición, su cuerpo, sus emociones y relacionarse a través de la música. Y nadie se ha puesto a reflexionar sobre cuales son exactamente estos derechos, caracterizarlos también y determinar quien o quienes son los que tienen que garantizar que todo el mundo tengamos acceso a ellos.
Hay una afirmación que me molesta mucho: “La actual piratería va a acabar con la creatividad”. La creatividad es inherente al ser humano, no se va a acabar. Pueden acabarse las prácticas profesionales creativas, pero la creatividad en sí misma, como cualidad del ser humano, no está en riesgo. La música no nos necesita, ni a los compositores ni a los musicólogos, ni a los intérpretes. La música va a sobrevivir a cualquier tipo de crisis.
¿La única autoría pura sería la vivencia que uno mismo tiene de la música?
Sí, una de las dimensiones fundamentales de la música es la vivencia efectiva. La escucha musical exige creatividad, exige ingenio. Cuando escuchas un tango, tu cerebro funciona de forma muy diferente que cuando escuchas un rock o un hip hop. Cuando escuchamos músicas que no nos gustan o no nos atraen, a veces es porque no estamos utilizando la estrategia de escucha adecuada.
Es importante remarcar que la escucha musical es también un proceso de creación, de producción de elementos estéticos que también forman parte de la música.
Me parece muy bien que un compositor quiera cobrar derechos por la música que nos ha gustado a muchas generaciones, pero las emociones, las esperanzas, los recuerdos, la memoria que mucha gente ha puesto a través de la música es de la gente.
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